Estoy empezando a volver a tener ganas de compañía. Extraño el
sentimiento que te invade cuando alguien te dedica una sonrisa, cuando su tacto
te hace poner la piel de gallina, cuando su frío cuerpo te estimula el vello
hasta erguirlo como escarpias. Anhelo la reacción de mi pecho, que salta cuando
mi músculo bombea en su interior, al notar una atracción mutua. Descubro
nostalgia en mis palabras cuando recuerdo el sabor de la mañana notando un
brazo, que no es el mío, acariciando mi espalda.
Sospecho que esta sensación que me irrumpe rondará en mis pensamientos
el tiempo suficiente hasta que me de cuenta, al hacer memoria, de que fui yo
quien optó por estar solo.
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