Una mitad de mi cerebro se paralizó al verte, la otra hizo lo posible
por no grabar, lo que ocurría, en mi memoria. Se veía venir. Volvernos a cruzar
era cuestión de poco tiempo. E, inconscientemente, me quitaste el apetito, me
encendiste el pulso, me reavivaste la furia, volviste a despertar la repulsa
que siento hacia ti. No fui capaz de girarme, de nuevo, para mirarte, pero
notaba tu presencia cerca de mi espalda. También noté tu miedo, tú tampoco
quisiste acercarte a mí. Ahora me siento culpable porque, quizás, en este
instante, tú te sientes atormentada. Pero no pude, no pude. No pudiste. Aunque
nos une la sangre, no pudimos.
Dejémoslo así. No me odies, yo no te odiaré.
No hay comentarios:
Publicar un comentario