Anoche te llamé. Desde ese
momento he aclarado muchas cosas, sobre todo que me atosigan las dudas. Buscaba
un resguardo para la fiebre que sentía, no lo encontré. Necesitaba que tus
palabras aguardaran un resquicio de esperanza para lo nuestro, no fue así. Intenté
cobijarme detrás de mis inseguridades, no me sirvió de nada. Probé a curar mis
lamentos en silencio, sigo sangrando de dolor.
Decidí llamarte porque desde hace
varios días, cada vez que veía tu nombre en la agenda, el tiempo se detenía varios
segundos. Ayer por fin lo hice, pero no descolgaste el teléfono.
maldita sea! eso suele suceder.
ResponderEliminarte sigo
Buscando el lado positivo quizá sea un capricho del destino y todo se encamine a un encuentro cara a cara... ;)
ResponderEliminarMe gusto la idea de la indecision resuelta en esa mezcla de decepcion y alivio al no descorgar.
Saludos ;)
Bonita entrada, escribes muy bien! Te sigo, gracias por pasarte, tu blog está genial :):)
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