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jueves, 23 de febrero de 2012

« aquí »

Cae mi ropa interior, sobre el suelo, como un plomo y mis pies desnudos caminan de puntillas hacia la cama. Tú estás ahí, correctamente calibrado y receptivo, con ganas pero sin morder, decidido pero sin ánimos de apresurarte. Y me deslizo sobre ti. Tu piel, blanca, resbala y el vello de tu pecho se ensortija con mi lengua. Mis rodillas se hincan en el colchón para acoplarme a ti, el hueso de mi nuca cruje al aliviar mi deseo sobre tu cadera. La cabeza me da vueltas con tus labios dentro y tus dedos fluyen sin parar por el contorno de mi ombligo. A media luz se dibuja una figura que crean nuestras sombras en conjunto, que va y viene junto al parpadeo de las velas. Ahora lo eres todo para mi, mis uñas no se desprenden de tu espalda, mis pies se enredan con los tuyos. De pronto te regalas y me haces rebozar de ti, superas cada noche sin ti y me envuelves en un manto del que no me quiero librar. Quiero más y lo quiero ahora, para siempre.

Esta vez el agua no podrá borrar los rastros de tu carne, ésta vez no podré sacarte tan fácil de mi interior.

lunes, 28 de noviembre de 2011

« ámame »

Ábreme la piernas y derrama sobre mí todo tu amargo espeso, tu amor desecho, tu olor con experiencia y aventuras. Sale mi espalda en busca de tus manos. Agárrame el cabello, muérdeme entero, cómeme el alma, vomítala después mediante tu miembro. Perfórame. Miénteme, mátame. Vuélveme loco y embriágame lentamente con tu voz.

viernes, 25 de noviembre de 2011

« cámbiate »

Hoy lo volví a hacer. Tenía ganas de probarte por dentro, no me acordaba de como eras ni que se sentía. Me gustó. Eres tal cual me imaginaba aunque considero que yo soy mejor que tú y tú lo haces mejor que yo. Hoy tu espalda me hizo rendir, nunca la había observado así, desde allí, para mí, hasta que yo dijera basta a la sumisión. Tu voz agitada temblaba junto a tus manos que flaqueaban por las acometidas que recibías desde lo alto del sofá. Confieso que aunque disfruté me sentí extraño, no era mi lugar. Yo sé donde está, tú sabes dármelo y nos gusta como ha sido siempre. Pero esta noche te merecías besar el suelo, morder la almohada y escupir el dolor de hombre herido en las entrañas.

Es la primera vez que te como y me bebes, es la primera vez que no te miro a los ojos. Sobra decir que me gusta debajo, detrás y viceversa. Como a ti.

sábado, 5 de noviembre de 2011

« toca »

Toca aquí. ¿Notas como se mueve? Al sentir tu tacto en el pecho salta hasta querer salir, desorbitarse al exterior. Corrompe y aligera el flujo de vida que me corre por las venas, dice que sí. Responde gratuitamente a tus caricias, se acostumbra muy rápido a lo dulce de tus manos, al placer que le das superficialmente con los dedos. Métete. Házmelo otra vez.

lunes, 31 de octubre de 2011

« fuerza »

El hilo que sujeta los botones a la camisa se afloja irremediablemente tras tus tirones, dejándome el pecho descubierto. Después de casi un siglo sin verte la cara, me hipnotizas con tus labios en toda mi piel, buscando calor en el frío que dejaste, manipulándome brutalmente como recuerdo, dejándome sin aliento otra vez. Me dejo hacer, boca arriba y con los ojos cerrados, por tus brazos lo que te apetezca, que parecen que esta noche son cien.

lunes, 17 de octubre de 2011

« pruébame »

Me tumbo sobre el colchón, con sábanas recién cambiadas, mientras en la oscuridad te pido que te desnudes lentamente. No me toques. Quédate ahí, en el rincón, y observa como mi espalda se arquea cuando flexiono las rodillas en busca de placer en mis nalgas. Grábame en tus retinas, amplia los poros de mi sexo, sostén la respiración sobre mi pecho. Es así como te imaginabas lo prohibido, lo mío y ahora tuyo. Nada te sorprende excepto que la distancia te excita más que tenerme entre tus brazos, más que lamer mi carne abierta. Tócate. Mírame y tócate. Cierra los ojos y llega hasta aquí, pero no te muevas. Mójame con tu saliva, envuélveme en tu sudor.

viernes, 9 de septiembre de 2011

« amárrame »

Al extender mis brazos en cruz empiezas a someterme con tus actos de dominación. Sentado sobre mi vientre, me atas los brazos, por las muñecas, al cabecero de la cama mientras me muerdes los pezones y recorres con la lengua, desde mi pecho hasta la barbilla. Asumo, extasiado por cómo me arden las entrañas cuando me tocas, la posesión de mi calor ante tu miembro. Me atraviesas sin pudor y ruidosamente de lado a lado y se asoman, por cada rincón de tu figura, tus ansias y desenfreno. Las malas posturas, aunque me doblan la espalda, no me preocupan menos que tus fuertes envestidas, pues terminan dilatando mis nexos dependientes a ti. Expulsan mis poros, cuando me liberas de los nudos, todo el veneno que estableces en mi.

Alcanzo la gloria cuando me intentas fecundar cada noche.

viernes, 29 de julio de 2011

« poco »

Lástima sentir que tus dedos se resbalan tan rápido sobre mi piel.

Tus manos fugaces me saben a poco, tu miembro volátil escapa fugitivo de entre mis piernas. Aprenderé a convertir los minutos en horas, a que el sol no vuelva tras la luna, a desaparecer y cambiar los días por noches, el aire por besos, el agua por sexo.

jueves, 7 de julio de 2011

« uno más uno, uno »

Únicamente me cubre el cuerpo una fina capa de bálsamo de tu sudor. Caliente. Sentado frente a tu cabeza, con las piernas de par en par, alcanzo el cielo cada vez que tu humedad me come las entrañas, que rebozan de placer y vomitan, poco a poco, el excedente y flujo de nuestro amor. Mereces haber nacido atado a la pata de mi cama, merezco que tu lengua forme parte de mi miembro. Con la espalda arqueada al borde de lo inhumano y los pezones marcando de sangre tus manos, te preparo para acceder, por fin, al templo de mi interior.

Cuando el deseo se vuelve vicio, cuando el amor se llama sexo, cuando el humano se transforma en animal. Cuando dos es uno.

martes, 5 de julio de 2011

« átame »

De acuerdo. Accederé a que me ates las manos y me cubras los ojos con jirones de la camisa que llevaba puesta, solamente porque me apetece imaginar que no es tuyo el peso que soporta mi espalda, que no son tus brazos los que me sujetan los tobillos. Y así, con lo que me da la inspiración, parece que hasta tu lengua es más larga y experta, parece que tu pecho es más extenso y robusto. Tu cadera está imantada a mis nalgas, tu sudor se ha vuelto más respirable que nunca.

Hace tiempo que tenía en mente la posibilidad de meterme en otras sábanas. Las tuyas, hasta esta noche, estaban frías. Deberías llegar a casa, con fuerza brutal y un ojo guiñado, más a menudo.

martes, 7 de junio de 2011

« despertar »

Abro los ojos. Estoy acostado, de lado, frente a la ventana, que permanece abierta desde que ayer el calor era insoportable en cualquier rincón de la ciudad. Yo me las he arreglado con eso y con un ventilador que tiene las aspas llenas de polvo y al que le cuesta arrancar. El tiempo ha cambiado y ahora, cuando calculo que faltan unas dos horas para que amanezca, el visillo de la cortina se levanta con un baile hacia dentro y fuera de la habitación, provocado por la fría brisa de la madrugada. A la vez que mis pupilas se acostumbran a la oscuridad, me entorpece el movimiento, al querer cambiar de posición, un brazo velludo que reposa sobre mi cadera.

¿Quién es hoy?