Hoy lo volví a hacer. Tenía ganas de probarte por dentro, no me acordaba de
como eras ni que se sentía. Me gustó. Eres tal cual me imaginaba aunque
considero que yo soy mejor que tú y tú lo haces mejor que yo. Hoy tu espalda me
hizo rendir, nunca la había observado así, desde allí, para mí, hasta que yo
dijera basta a la sumisión. Tu voz agitada temblaba junto a tus manos que
flaqueaban por las acometidas que recibías desde lo alto del sofá. Confieso que
aunque disfruté me sentí extraño, no era mi lugar. Yo sé donde está, tú sabes
dármelo y nos gusta como ha sido siempre. Pero esta noche te merecías besar el
suelo, morder la almohada y escupir el dolor de hombre herido en las entrañas.
Es la primera vez que te como y me bebes, es la primera vez que no te miro a
los ojos. Sobra decir que me gusta debajo, detrás y viceversa. Como a ti.
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