Es una posibilidad, pero existen varias. Podríamos unirnos y ser uno el
resto de lo que dure nuestras vidas o podríamos vivir juntos y ser dos hasta
que mi muerte nos separe. Hay ocasiones en que, aunque el destino no se pueda
cambiar, sí que se deben dibujar trazos que lo moldeen, inventar sonidos que
reproduzcan la banda sonora de nuestra vida, recuperar momentos en los que,
cuando la luz del sol retozaba sobre tu cara, te convertías en el ser más
hermoso que existe en la faz de la tierra.
Es una elección. Un voto de confianza, hacia ti, para ser como tú y los
tuyos, para vivir sin miedo a tu lado, para pertenecernos sin pensar en el paso
del tiempo. Una decisión que no puedo tomar solo, porque necesito que me
entiendas por dentro, porque eres pieza esencial en la conversión. Es una
opción delicada pero con idéntico camino; infinito como eres, limitado como soy
y juntos.
Cuando se acaba el sendero, o saltamos y vivimos, o esperamos a la muerte.
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