Me tumbo sobre el colchón, con sábanas recién cambiadas,
mientras en la oscuridad te pido que te desnudes lentamente. No me toques.
Quédate ahí, en el rincón, y observa como mi espalda se arquea cuando flexiono
las rodillas en busca de placer en mis nalgas. Grábame en tus retinas, amplia
los poros de mi sexo, sostén la respiración sobre mi pecho. Es así como te
imaginabas lo prohibido, lo mío y ahora tuyo. Nada te sorprende excepto que la
distancia te excita más que tenerme entre tus brazos, más que lamer mi carne
abierta. Tócate. Mírame y tócate. Cierra los ojos y llega hasta aquí, pero no
te muevas. Mójame con tu saliva, envuélveme en tu sudor.
Bufff!!!
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