El pasado es capaz de volver. Es un clásico que te sigue,
sin que lo veas, para sorprenderte hoy si hace falta. Te mira. Asecha tus pasos
esperando un desnivel para surgir en la sombra de cualquier calle húmeda y no
se equivoca. Si vuelve lo hace para quedarse. Vivo y loco como antes, ciego y
bruto como siempre. Escucha tus lamentos por las noches, se bebe y alimenta de
tus lágrimas. Corre como tú, grita como tú. Está detrás. Viene, te desafía y se
queda. Y se va para volver. Te come por dentro y te vacía hasta dejarte hueco.
Sientes que no hay nada por lo que luchar, que todo es un juego del destino,
que nada será igual. Te dejas ganar, lo dejas entrar. Y retrocedes mil pasos
hacia él. Ahora va delante de ti. Te guía y te pierde, te lástima y te chupa la
sangre. Es capaz de dibujar arrugas en tu rostro con sus palabras, de amargar
lo dulce de tus labios, de matar lo vivo de tu cuerpo. Tiene ventaja, siempre.
Te hace caer, siempre. Termina bien, nunca. Te hace pequeño y envenena, te
quita la esperanza, te amarra a lo oscuro. Todo negro. Todo mal cuando pensabas
que era mejor. Te compensa en lujuria, te disconviene en dolor. Se hospeda
hasta debajo de tus uñas, te cose la boca con alambre de espinas. Y lo ves. Te
corre por las venas y decides abrirlas, sacarlo y quitar el tapón de la bañera.
Habrás vencido y no lo sabrás.
El pasado ya no lo podras cambiar... cada vez que aparezca mira al futuro, ahí encontraras la felicidad.
ResponderEliminarSaludos almendrados ;)