El hilo que sujeta los botones a la camisa se afloja
irremediablemente tras tus tirones, dejándome el pecho descubierto. Después de
casi un siglo sin verte la cara, me hipnotizas con tus labios en toda mi piel,
buscando calor en el frío que dejaste, manipulándome brutalmente como recuerdo,
dejándome sin aliento otra vez. Me dejo hacer, boca arriba y con los ojos
cerrados, por tus brazos lo que te apetezca, que parecen que esta noche son
cien.
El sexo pausado esta muy bien, pero de vez en cuando apetece un buen meneo... frio y salvaje.
ResponderEliminarLlevas las palabras al limite.
Saludos almendrados ;)
Tenia mucho tiempo de no pasearme por aquí!
ResponderEliminary el post me ha erizado. Besos