Soñé que no eras tú quién me marcaba la
espalda con las uñas. Soñé que jadeaba de placer y no eran tus caricias las que
me provocaban. Soñé que no eran tus brazos los que sostenían los míos ni tus
ojos los que penetraban mi mirada asustada. Tu miembro no me poseía.
Cuándo desperté quise escribir todo lo que
recordaba, aquel sueño me había gustado. Después de escribir, me toqué simulando
sus manos. Y ahora busco su rostro por la calle.
Los sueños, sueños són...
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