Es una sensación desoladora, que cuando menos, te
hace llorar. Y no lloras, se te mojan los ojos y te hace vibrar la mandíbula,
que es peor. Cada vez que mis labios se despegan de tu cara, al despedirme, mi
corazón estalla herido, mi pecho convulsiona a dos mil por hora, tan rápido que
se hace invisible a la vista, y mis manos te agarran fuerte como esponja al
agua, como hiedra a la pared.
No superaré y gritaré que no puedo vivir sin ti
hasta que te vuelva a ver. Hasta entonces te extrañaré en cada segundo. Porque
es evidente, porque te amo, mi vida.
¡Qué bonito! :)
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