Para vivir así, hubiese valido la pena haber
muerto cuando tuve la oportunidad de dejar que me rebanaran la cabeza. No
encuentro, apenas, razones por las que mirar al horizonte con los ojos abiertos
a la espera de un gran y definitivo paso. Tengo ganas de despertar en el día en
que mis manos no rodeen el nudo de una soga al cuello, en que saltar al
precipicio del abismo no consista en resbalar los pies de un taburete, en que
la hoja de un cuchillo no corte más que el filo de una hoja de papel mojado.
No se salir. Búscame la vida que perdí, porque yo no tengo fuerzas. No me quedan sentidos. Estoy desorientado.
Palabras tristes, pero un texto maravilloso. Me has emocionado. Refleja ese sentimiento que todos hemos sentido alguna vez.
ResponderEliminarMuchas sonrisas