Me imagino derramando, a mi garganta, raspando el
paladar con un largo trago de Whisky Maltés seco y mi boca segrega tanta saliva
que me inunda los carrillos y se arremolina en la traquea para formar un nudo
indestructible. Sobrio, es fácil embriagarme de su sabor irreprochable, del
calor que aporta a mis entrañas, del dolor que se lleva consigo. Me intenta
poseer la garra transparente que recorre su botella y mi vaso. Me implora
volver, me llora la necesidad de tenerme, de amarlo, de abrazarlo y que me
abrace. Me tiemblan los pies, se me nota distraído y con ganas de arrastrarme a
su amarillo intenso, a su olor volátil.
Pienso que piensa en mí, piensa que pienso en él. Sudaré la forma de valerme esa última gota que se respira, esa última gota que me alimenta.
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