Son tantas las horas de sangre que he derramado que ya mis
pies no sostienen el peso de mi cuerpo. Solía pensar, y es por lo que así me
encuentro, que a medida que aumentaba mi perseverancia obtendría el resultado
de hacerme el favor de curarme las heridas. Después de todo, arrastrando
esparadrapos manchados de rojo, seguiré luchando por conseguir soportar el
final.
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