Se cierra la herida y ya, casi, no duele. Ha pasado poco tiempo, pero sin
querer y con tu ayuda he mejorado, ya no quedan marcas. He pintado de otro
color todo rastro de él, contigo, y he superado la idea de volverme a
reasignar. Ponerme un puesto, darme mi lugar, colocarme entre tus piernas y
succionar lo dulce para desechar lo amargo.
Sin tocarte aprendí a ver las cosas desde otro punto de vista, al
acariciarte descubrí que serías capaz de hacerme feliz. Para cuando me entregué
a ti ya formabas, desde hacía tiempo, parte de mí.
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