Di la espalda a todo lo bueno que
me rodeaba porque creí que estaba solo, que ya no me quedaba nada. Fui egoísta
por no ponerme límites, por no seguir pautas, por destruir el sosiego, por
forzar a que todo cayera en picado. Todo un mundo de malas obras creadas y
destruidas por mis manos. Sería incapaz de dar un paso atrás por arrepentirme
al mirar que queda, he caminado para olvidar y ya no vale la pena sentir que
debo soñar con lo que pudo ser. Ahora tan sólo queda arrojar palabras sueltas
desde la distancia, a espaldas de lo que dejé.
Detrás arde lo que aún me
enajena el sueño.
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