Hace tiempo que te escondes tras la pared que divide estas sábanas, que no
oigo tu murmullo a través del soplo de tus labios, que no veo tu mirada
tranquila a través de la almohada. Me arde el tacto con el bloque astuto de tu
carne, me hiere el frío del aire de tus besos. Me prohíbes, con eterno castigo,
el alimento de tu cuerpo abierto.
Ven un instante y provócame el deseo de volver a tenerte. Pero no juegues
conmigo.
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