jueves, 7 de abril de 2011

« abrupto de dudas »

La mala costumbre me hace olvidar dar amor a quien me ama y regalarlo a quien lo rehúsa, y eso que siempre me consideré solidario. Pues, toma, no lo han sido conmigo. A pesar de que desde pequeño me dijeron de qué mano no debía de comer, al lado de quien me tenía que sentar, con los que no podía hablar y entre qué dos me tendría que decidir, no lo supe hacer. No aprendí, en esos momentos no lo recordé. Ahora después de caer a un abismo, no tan grande (los he visto peores), voy haciendo memoria.

¿Hace falta que ocurra una desventura para reiniciar los instintos y volver a pensar con claridad, para así evitar que te aturdan órdenes externas?

Pues sí, es totalmente necesario aunque nunca me ha valido, debe ser que aún no he tropezado lo suficiente. ¿Cuánto es lo suficiente?

3 comentarios:

  1. Hace falta pegarse una buena hostia para ir a prendiendo... ¡No vale que nadie tediga, "NO LO HAGAS! Tienes que hacerlo, darte la hostia, que te duela y, así, aprenderás a no volver a hacerlo!

    Pero son cosas que uno aprende a lo largo de la vida...

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  2. Nunca dejas de trpezar porque la piedra va cambiando de forma y es difícil reconocerla y esquivarla ¿no crees?

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  3. No lo habría explicado mejor, Yolanda.

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