martes, 17 de mayo de 2011

« y tú no estabas »

Mis pupilas retroceden hasta hace doce días y sollozan cántaros de lágrimas que expresan tanto dolor que mata. Y es en ese momento cuando se me empiezan a entumecer los pies, por el peso de los tuyos sobre los míos, cuando te intento guiar para bailar un vals de tontos. Te faltan veinte centímetros para llegar a mis manos por lo que no me queda más remedio que doblar mi espalda con el objetivo de alcanzarnos. De repente te esfumas para incorporarte en mis hombros. Luego te vas. Lágrimas intermitentes, consecuencia de tus llegadas y huidas, no me consuelan, me gangrenan la sangre.

Me duermo en llanto, me despierto empapado.

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