miércoles, 13 de agosto de 2014

« al otro lado »

Desde mi lado de la cama te observo inerte, casi sin resollo, en imágenes de medio lado que los destellos de la televisión me permiten descubrir. Como si no pasara nada. En mi cabeza, al contrario, revolotean sentimientos que contradicen mi forma natural de ser. No puedo dormir y más desvelo me produce verte con rienda suelta en el descanso. No quiero que te despiertes, no antes de que yo me duerma. Tu tranquilidad me mata y aunque nada se mueve, todo se tambalea. 

Malditos hilos que me arrastran a tu antojo, malditos ojos que me paralizan la voluntad. ¿Por qué, si hueles a la porquería que nunca quise, sigo refugiándome en tu sombra? ¿Por qué, si tus manos me marcan la piel, no hago yo lo mismo contigo? ¿Por qué, si no te deseo, matarte no es la solución?

viernes, 25 de julio de 2014

« colonizar »

Descubrir que tu piel es más suave de lo que pensaba me irgue en alza. Sostenerte en equilibrio sobre mi pecho es tarea fácil cuando tú, liviano como una pluma, soportas el más tierno jadeo en forma de sonrisa. Y si tus manos se enredan con las mías será que aún es demasiado pronto para que te vayas. Y si tus dedos se pierden entre mis labios procuraré que encontrarlos no se torne en obsesión. Déjate caer. Seamos figuras de carne viva con fuego latente y sudor lúbrico. Sombras que a través de la persiana disponen dolor y placer, sofocan silencio y lascivia. Si no, tan sólo seamos.