miércoles, 11 de mayo de 2011

« desganas de mí »

El clinclineo de las llaves en el soporte de la cerradura y el ruido de los talones de tus zapatos nuevos de Emidio Tucci me alarman de tu llegada a casa, con la antelación suficiente como para activar el tiempo de desconexión del televisor y girarme hacia la ventana para hacerme el dormido. Parece que te entretienes leyendo cualquier folleto que hayas recogido en el buzón de publicidad o en el parabrisas del coche que pagamos a medias. Al escuchar tus pasos cercanos, noto que cansados por lo pausados, llega la hora de entrecerrar los parpados y de acelerar la respiración para imitar un ligero ronquido. Entre el velo de mis pestañas, a través del espejo del rincón, admiro como te despojas de la americana y la cuelgas del respaldo de la silla con cuidado. Con la misma rapidez con la que deslizas el cinturón por los ojales del pantalón para sacarlo, te aflojas el nudo de la corbata. Ver tu silueta desnuda reflejándose en la oscuridad de la habitación me provoca una erección, que para cuando salgas de la ducha ya se habrá evaporado. Caes sobre la cama evitando movimientos bruscos y te despides de mí hasta la mañana siguiente tan sólo pestañeando y abriendo la boca, de medio lado, por miedo a que me despierte. Mientras, mi piel enloquece por el deseo de tocar tus manos inertes que yacen bajo tu cabeza y entre la almohada.

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