martes, 30 de agosto de 2022

« tu latido »

Fue repentino. La primera palabra que se me ocurre, al pensarlo, es esa. Y drástico. Ilusorio pero material, insólito. Pero no aleatorio.

Aventurado en la deriva de vivir permanentemente amando fui capaz de escuchar otro latido. Tu latido. Tu pulso me congeló y curó los pesares. No todos los pedazos rotos de un naufragio, pero los suficientes para volver a la superficie. Para navegarte. Para nadarte y beberte. Para mirarte. Mirarme en tus ojos verde y caramelo y sentirme salvado. Tus latidos. Ahora, también, soy capaz de ver y tocarlos. Cómo será la fuerza de tu palpitar, que en tu piel se marca el riego desorbitado del ímpetu de tu sangre.

Cabalgaré contigo en ese carrusel de vida y sin cansarme. Hasta que mis arterias sean siempre tuyas.

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