miércoles, 26 de octubre de 2011

« express »

Ando, guardando el equilibrio, con pasos cortos por una vía de tren habilitada. Se escucha, en la profundidad, el roce de las ruedas con el raíl y el silbido del vapor escapando de las calderas. Quedo inerte ante el gigante rojo que surge del palmeral y con los brazos abiertos le doy la bienvenida al final de mi vida.

Cobarde pero superficialmente extravagante.

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