sábado, 23 de abril de 2011

« parís »

Mientras por las ventanas de los locales variopintos de la ciudad se desprende música, animada por violines y acordeones que invitan, cuando menos, a enfundarte un cancán y bailar al ritmo del compás de la melodía, camino con paso ligero hasta el final de la calle. Las prostitutas del lugar instigan con acento acaramelado y labios color carmín, sin casi ropa, a disfrutar del festival particular que encanta e hipnotiza a los viandantes, turistas y vagabundos. Sorprendido estaría, en estos momentos, si la prisa no me empujara a seguir el paso.

Cierro los párpados y por unos segundos el olor, que llena mis pulmones de naranja y almendro, se hace más intenso. De nuevo al abrirlos mis ojos se desorbitan al deslumbrar, desde una eterna distancia, tu mirada bajo el pedestal que nos llevará esta noche hasta el cielo para conseguirnos todas las estrellas.

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