Camino hasta el salón de
puntillas intentando hacer el menor ruido posible. Abro la botella de ron
amarillo que guardo, a medias, detrás de El Quijote XXL de la estantería y me
jarreo dos buches seguidos del licor a punta de botella, empinando por ésta. Necesitaba
embriagarme de su dulzor a la vez que cerraba los ojos y escuchaba la banda
sonora de tus ronquidos. Es lo que me hace tolerar las noches a tu lado, es por
quien sustituiría a tu cuerpo inerte y frío de sentimientos. Es siempre así
cuando me entrego a la borrachera, cuando te olvido hasta la mañana siguiente.
A mí lo que realmente me ayuda es dormir, aunque algunas veces, tampoco en sueños es posible escapar.
ResponderEliminar