Me toco el corazón con mi mano torpe. La derecha. Justo en la superficie donde descansaba tu cabeza, allí donde te robaba besos y jugaba enroscándote el cabello. Resbalo los dedos sobre mi abdomen hasta que caen, con ruido, en el colchón.
En busca de tu calor, camina hacia tu lado de la cama. No estás. Nada arde.
No sé si te has ido, si alguna vez exististe o si mi mano torpe ya no te encuentra.
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