Vuelvo a verte y vuelvo a pensar que eres el amor de mi vida, mientras estoy
sentado en el borde de la cama sin tu compañía. Eres capaz de transmitirme en
tan sólo un segundo que yo también soy especial para ti. Y si tus dedos me
tocan el contorno de mis nalgas me haces vibrar y mi pecho se irgue. Y si tus
labios me rozan, porque los míos te encontraron, me haces enloquecer de deseo sobre
todo tu resto. Y si tus ojos se clavan en los míos buscando la aprobación de tu
cercanía, contesto, sin temores, que sí. Todo eso regurgita en mi cabeza cuando
quedan dos minutos para las doce, todo eso y más que estoy dispuesto a
enseñarte.
Puedes irte otra vez y cada momento me opondré y volveré a buscarte. Si me
dejas seré un ánima castigada a la sombra de tu figura, porque merezco la
penitencia de una condena contigo. Con tu permiso y con el de tus labios.
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