Despierto de un sueño en el que todavía
conducía borracho. Son las 15:46. Me duele la cabeza. Retumban en mis oídos, aún,
la música de verbena y las risas de la madrugada. Tengo la boca pastosa, los
labios secos y la garganta destrozada del alcohol y otros. Alcanzo mi hombro
con la lengua y sabe a salado. Anoche estuve en la playa, todavía tengo arena
entre los dedos de los pies y salitre en el resto del cuerpo, lo que me trae,
en flash, el recuerdo de mi cuerpo tirado boca abajo en la bahía, con la ropa
interior a la altura de los tobillos y jactándose de embestidas de aquel almíbar, también
salado. No estoy muy seguro de si anoche vomité, pero necesito una ducha.
Ahora, al levantarme, el dolor de cabeza aumenta y noto molestias en las
piernas, sobretodo en la rodilla derecha. Me miro al espejo con pánico y me
sorprendo al descubrir que tampoco tengo tan mal aspecto, olvidando unos ojos,
que nadan en sangre, y la barbilla, del mismo modo, aporreada. Nada como el
sonido del agua, al abrir el grifo de la ducha, en estos momentos, me da más
placer.
Me encanta despertar con dolor de
todo y memoria de nada.
Vaya noche... como para no olvidar.
ResponderEliminarSaludos ;)
Parece que te lo pasastes bien, jaja.
ResponderEliminarPor cierto me identifico bastante, se ve que hemos aprovechado este fin de semana.
UN BESAZOOOO, CUIDATE!