No quiero que me eches una mano
donde tus dedos se obliguen a entrelazarse con los míos. Me niego a volver a
caer por el precipicio de tu espalda, esperando a que me mantengas a flote de
tus tambaleos emocionales y del borde de la decadencia.
Superaré la necesidad de tenerte a mis pies
aprendiendo a no mirar ahí, abajo, aprendiendo a olvidar que algún día
exististe y fuiste mío.
Pero aún así, es inextinguible.
ResponderEliminarMe gusta que escribas cada día :)