jueves, 5 de mayo de 2011

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Son casi las doce menos cuarto de la madrugada y ya te has dormido, como cada noche, después de caer agitado en la cama. Comienzo así, dejando antes unos minutos que permitan que caigas en un sueño profundo, lo que se ha convertido en el ritual que defino como mi mejor momento del día. Me encanta acariciarte la espalda, con delicadeza, mientras observo la zona repleta de lunares. Te mantienes en posición fetal toda la noche, lo que facilita que se dibuje, con tu figura, una silueta perfecta. La oscuridad de algunas partes no me permite saber hasta que lugar de tu cadera abarco con mis labios. El desvelo termina cuando me duermo antes de llegar a tus rodillas y me pierdo el deleite de entre tus pies.

4 comentarios:

  1. Tu forma de escribir a veces me confunde, pero, eso fue lo que me llamo la atención. Felicidades

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  2. wow, creo que no me habia percatado del todo de lo bueno de tu blog! me encanta esta entrada, es tan sencilla y tan... buenísima!

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