Son casi las doce menos cuarto de
la madrugada y ya te has dormido, como cada noche, después de caer agitado en
la cama. Comienzo así, dejando antes unos minutos que permitan que caigas en un
sueño profundo, lo que se ha convertido en el ritual que defino como mi mejor
momento del día. Me encanta acariciarte la espalda, con delicadeza, mientras
observo la zona repleta de lunares. Te mantienes en posición fetal toda la
noche, lo que facilita que se dibuje, con tu figura, una silueta perfecta. La
oscuridad de algunas partes no me permite saber hasta que lugar de tu cadera abarco
con mis labios. El desvelo termina cuando me duermo antes de llegar a tus
rodillas y me pierdo el deleite de entre tus pies.
Precioso texto... Me gustó.
ResponderEliminarTu forma de escribir a veces me confunde, pero, eso fue lo que me llamo la atención. Felicidades
ResponderEliminarwow, creo que no me habia percatado del todo de lo bueno de tu blog! me encanta esta entrada, es tan sencilla y tan... buenísima!
ResponderEliminar¡GRACIAS!
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