jueves, 11 de julio de 2013

« vulnerada »

Estoy aquí, veintidós años después, en otro lecho pero con el mismo individuo que sobrepasó las barreras hacia el respeto que imploré. Con diferente rostro y cambios significantes en el resto de mi cuerpo, me enfrento al reto de desnudarme cada noche ahogada en las lágrimas internas de una mujer nueva en posesión de venganza.

Mi hija, fruto de la desaforada hombría de mi acompañante, se presenta como una desconocida, vientre de animal y herida abierta. Sobrelleva sentimientos confusos que, conforme pasan los minutos, cambian de parecer, para con mi ejecución tornarlos a oscuros. Soy la única culpable, el mando de mi ley, el ejército de mi sangre. Soy aquella que disfruta, acabando, con el único hilo de vida que une su vida y la nuestra. Valor del recuerdo, olor a césped recién cortado y sereno en las rodillas. Me da vueltas, sin parar, su pulgar en la garganta. Destellos de gruñidos, borrosos, que destrozan mi vestido y me bajan las bragas.

Soñaré como acabar con su vida, pues ésta nos pertenece más que a él.

miércoles, 10 de julio de 2013

« crimen pluscuamperfecto »

Cuando llegué, ya lo había hecho. Ya había mostrado su sonrisa al sol, guiñando satisfacción, por el rugir de sus dedos ante la garganta de sus hijos. Inertes, yertos. Sucios. Ángeles ante el fuego en llamas demoníacas, caras hirviendo en el pacto del rencor. Sobredosis de humo negro, columnas de sangre derramada, llantos enmudecidos con el pañuelo de sus últimos sueños.

El vahído le impide ser culpable, en su recuerdo no hay dolor, retrocede en el tiempo para olvidar su Apocalipsis. No conoce, no ama, no miente, sí olvida. Olvida como se forjó el principio, como, con las manos abiertas, selló besos para abrir lágrimas, engañó a la realidad para creerse la verdad, prefabricada con cal y arena.

Cada vez que se mira en el espejo se quema en el fuego de sus ojos. Así construyó el fin de su sangre.

En memoria de aquellos a quien, con las cenizas de sus restos, quebraron sus almas.

jueves, 4 de julio de 2013

« esparto »

Con el dedo pequeño, del pie derecho, destrozado por el roce de las alpargatas, al caminar, avanzo en busca de alivio para un cuerpo, también, malherido. Mi suerte sería que el sopor que me exhausta no me acompañara en torno a la sombra que se desprende de las piedras. Bajo el infierno del Dios que me alumbra, lo único que distingo es el día y la noche, aún peor aunque más hermosa. Mis labios susurran palabras en forma de goteras de agua fría, mis manos se resbalan en un baño ficticio de saliva y mis ojos no paran de sudar arena. De cualquier manera, nadie me va a escuchar.

Tengo miedo a no volver a encontrar acantilados en los que, con la idea de suicidarme, sueñe que vuelo una vez más.

« aún »

Ayer me daba igual, hoy no me importa. Si bien, de oportunidades, puedo intentar seguir viviendo, ya no las quiero. Lo que quiero es morir en mi estado vegetal y florecer en otro que no se acuerde de ti, cortar de raíz las llagas de mi carne para no recordar que fueron tus huellas las que me apretaron y lograron asfixiar. Me convertí en algo universal pero obsoleto, en algo útil pero podrido. Qué sueño, qué susto, qué idiota.

Si después de esto te quieres quedar, quédate, pero no hagas ruido al respirar.